—¡Déjame bajar! —Paola retorció el cuerpo, apretó los dientes y braceó.
La menuda secretaria que estaba a su lado se quedó asombrada. Sus ojos estaban a punto de salirse. «Dios mío. Este recluta es muy valiente. ¿Tiene el valor para provocar a la infame directora del Infierno?».
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