Capítulo 234 La historia es un ciclo
Después de que Delfina saliera de la sala, Santiago miró el dorso de su mano. Su calor aún permanecía allí desde que ella le apartó la mano de un manotazo.
La puesta de sol al otro lado de la ventana no podía llegar en mejor momento. El atardecer teñía todo el cielo de encantadores tonos cálidos. En ese momento, los labios de Santiago se curvaron en una sonrisa superficial. Una suave calidez se instaló en su rostro, alejando la frialdad.
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