Capítulo 40 Sin explicaciones
Se encerró en su cuarto, yo colgué la llamada, me senté en el mueble, ¿con qué cara voy a mirarla desde ahora? Como fui capaz de ser tan burdo. ¿Por qué reaccioné de esa manera? ¡Qué imbécil soy!, «el peor». Respondió mi ser interior.
Salió a los pocos minutos, la observé mientras ingresó a la cocina, se bebió un vaso grande con agua, sin mirarme. Sus ojos era una mezcla de miel y café oscuro, vuelve a ser indiferente.
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