Capítulo 38 Bajo el cuidado de la madre tierra
Salí para que se cambiara, al cabo de los diez minutos abrió la puerta y salió con un jean, una camiseta manga larga y botas pantaneras. Le di una revisada a la cabaña, cargué el morral, tomé su mano y salimos sin que nadie nos viera. La gente disfrutaba de la música alrededor de la fogata. Vi a Renata apartada del resto de los turistas, el nativo la vigilaba de cerca. Cuidaba de que nadie nos viera o tal vez dándonos tiempo para alejarnos de los espías, la señorita permaneció en silencio, se limitaba a seguir el ritmo de mis pasos sin soltarme de la mano, la selva a esta hora era inhóspita, en la noche se transforma en una amenaza.
—Ten mucho cuidado, está muy oscuro. —dijo.
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