Capítulo 24 No se la daré, ella era mía
Antes de salir, la señorita se compró varios velos para cubrirse el cabello, no quería que hiciera eso, pero entendía su costumbre, antes lo ocultaba con una peluca, ahora solo lo cubre con el velo. Según su tradición, solo podía llevarlo suelto cuando tenga esposo y hayan consumado el matrimonio. No pude evitar que los celos me carcomieran las entrañas. Ella era una mezcla extraña, no tenía problemas en ponerse un vestido de baño, pero sí lo tenía al mostrar su cabello.
Llegamos hace dos días y nos hospedamos en un lugar paradisíaco en Los Cabos, hemos conocido muchos lugares del mundo, pero desde que llegamos a Latinoamérica la señorita Mitali mantenía una luz distinta, el lugar la tenía fascinada. El hotel con vistas al mar, la habitación era la suite con la mejor vista, estábamos ante una de las playas más hermosas en la península de California.
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