Capítulo 1440 Yo también tengo viejas cuentas que saldar contigo
El sonido del jarrón al caer y hacerse añicos hizo que el rostro de Micaela palideciera. Si hubiera estado unos centímetros más cerca, le habría caído directamente en la frente. Pero ahora estaban en el salón de la casa de Lucía y la puerta de atrás estaba cerrada con firmeza. Así, ¿cómo podrían escapar?
Micaela sabía que ya no podía huir y que sólo podía preguntar.
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