Capítulo 832 ¡Disculpa, asqueroso bastardo!
Sebastián se quedó mirando la expresión de preocupación y molestia de Pablo, pero no dijo nada. Después de un largo rato, bajó la cabeza. Su pelo blanco se dejaba caer a ambos lados de las mejillas. Sus pestañas eran largas y estaba vestido de rojo. Su postura era más hermosa que la de una mujer. Con suavidad, Sebastián preguntó:
—¿Estás preocupado por mí?
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