Capítulo 1687 ¿Qué haces sentada en su coche roto?
Simón se resistía a aceptar la posibilidad de que el amor de Leticia se hubiera extinguido.
Tomás bajó la mirada, su rostro una máscara de fría indiferencia. Observó a Simón de soslayo y, cuando este giró la cabeza buscando ayuda con ojos suplicantes, la mano de Tomás que sostenía los cubiertos tembló imperceptiblemente. Se sentía impotente... Cuando se enfrentaban a situaciones como esta, solían creerse invencibles, pero la cruda realidad era que no podían soportar encararla en absoluto.
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