Capítulo 1 Está muerta, ¡y serás enterrada con ella!

Ana Rojas estaba muerta. Sofía Plaza se sentó en el borde de la cama aturdida mientras miraba los papeles de divorcio que Lucas Gil le arrojó, y sintió tanto frío que su cuerpo comenzó a estremecerse. Una hora atrás, él le apretó el cuello mientras le preguntaba: —¿Has empujado a Ana por las escaleras? Una hora más tarde, él llamó a su abogado para esbozar un acuerdo de divorcio y se lo tiró por la cara de forma agresiva. —¡Sofía, le deberás dos vidas por el resto de tu vida! Sí, eran dos vidas. Ana estaba embarazada de Lucas. ¿Quién era Sofía Plaza? Era la esposa legal de Lucas Gil, pero a la vez, no era más que una farsa. Sus ojos estaban enrojecidos y todo su cuerpo tembló incontrolablemente cuando miró a Lucas. —Yo no la empujé por las escaleras. ¿Cuántas veces lo tengo que repetir? Lucas la ignoró y la fulminó con la mirada como si todo fuera una broma. —¿Crees que tu explicación importa ahora? No importa, ¡porque es demasiado tarde! ¡Mientras Lucas crea que lo hice, entonces seré culpable! No importa cuál sea mi explicación, ¡porque nunca podré competir con una persona muerta! Sofía se echó a reír de repente y se levantó bruscamente para coger un bolígrafo antes de firmar el acuerdo. —¿Quieres el divorcio? Bien. Lucas, te he amado durante diez años, y tomaré estos diez años como una broma de mal gusto. A partir de ahora, ¡iremos por caminos separados! »¡Puedes llevarte mi amor, pero yo me llevo mi corazón! —Sofía contuvo las lágrimas y sonrió con la cabeza en alto mientras firmaba los papeles del divorcio. Lucas la miró y su sonrisa sin alegría se volvió aún más fría. —¿Crees que es tan sencillo como firmar el acuerdo de divorcio? El rostro de Sofía se volvió tan pálido como una sábana. —¿Qué más quieres? —¡Quiero que los Plaza sean enterrados con Ana! —El hombre anunció cruelmente la realidad—. ¡A partir de mañana, los Plaza descenderán al infierno! Sofía tropezó y se sentó en el borde de la cama, temblando sin control. Miró al hombre enfrente suyo, su rostro era diabólico. Tenía unos rasgos faciales profundos y gélidos, y se parecía al hombre del que se enamoró profundamente, pero de repente ya no podía reconocer a la persona que tenía delante. Estuvo enamorada de él durante cinco años, y estuvieron casados otros cinco. Había estado con él mucho tiempo, dejando un rastro de huellas en su vida, pero ahora él la culpaba de un crimen que pudo o no haber cometido, llevándola al abismo. —¿No tienes suficiente conmigo? —Sofía miró a Lucas con los ojos sanguinolentos—. ¿Por qué te ensañas con los Plaza? Mis padres te trataron como a su propio hijo. ¿Los Plaza te han agraviado? —La muerte de Ana es precisamente lo peor que me ha hecho la familia Plaza... —Lucas pellizcó con fuerza la barbilla de Sofía mientras se reía como el mismísimo diablo—. No sólo me has obligado a casarme contigo, sino que también le has quitado la vida a ella. Sofía, ¡no soy más cruel que tú después de todo! Sofía se estremeció como si la hubiera salpicado un cubo de agua helada. —¿Así es como me ves? —¿Si así es como te veo? Lucas miró a Sofía con odio en los ojos, como si hubiera hecho una broma de mal gusto. —¿Crees que mereces mi atención? Sofía, ¿no te estás sobreestimando? A partir de hoy, pagarás por la muerte de Ana. Empezó a llover a cántaros, y enormes gotas de lluvia golpeaban las ventanas, haciendo un sonido intenso. A medida que el ruido de la lluvia se hacía más fuerte, el corazón de Sofía se volvía más frío. Murmuró con extrema agonía: —Lucas, si llegara un día en que te dieras cuenta de que has sido injusto conmigo... El corazón de Lucas se encogió afligido, pero rápidamente recuperó su apariencia despiadada con los ojos llenos de puro odio. —¿Injusto? Sofía, ¡tú eres la que ha sido injusta en esta vida! En ese mismo momento, el ruido de un trueno resonó con fuerza, como una explosión, ¡y dejó zumbando los oídos de Sofía! De repente, su energía se agotó y retrocedió un par de pasos. Cuando el sonido de la lluvia se hizo más fuerte, un mar de lágrimas brotó de sus ojos al tiempo que el hombre que estaba a su lado cogía el acuerdo y se marchaba, dando un portazo. El momento en que la puerta se cerró con un golpe, fue como si sus mundos se separaran para siempre. A partir de entonces, su mundo empezó a desmoronarse.