Capítulo 1650 Debes hablar cueste lo que cueste
Las palabras brotaron de los labios de Tomás, y en ese instante, Alejo supo que no podría detenerlo. Los agravios de generaciones pasadas pesaban sobre ellos, cargados de bien y mal, entrelazando emociones complejas. Tomás, un hombre de contradicciones profundas, ahora albergaba un odio hacia Lucía. A pesar de anhelar su regreso, ese sentimiento nunca se desvaneció.
—Sólo estaba dando una vuelta por aquí con ella. Tómelo con calma, Sr. Alejo.
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