Capítulo 1607 La cuestión de la rectitud es un infierno viviente
En ese instante, el corazón de Lucía latía con mucha fuerza, como si respondiera a una llamada que despertara sus órganos adormecidos, impulsando la sangre a fluir por sus venas. Retrocedió unos pasos con el rostro cruzado por emociones complejas, una reacción que Tomás encontraba insoportable. Las expresiones enmarañadas de Lucía eran un reflejo del amor de Tomás por su alma, o tal vez por sus pecados. Pronto, se acercó a ella y tomó su mano.
—¿Recuerdas lo que me dijiste antes de que fuera a prisión?
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