Capítulo 38 Un pajarito me dijo
Para el momento en que Sam ya había recorrido media ciudad, asechando a aquella misteriosa chica de cabello corto y blanco, había estado desde en una cafetería a una tienda de artesanías. Ella cargaba una bolsa llena botes de pinturas y demás cosas de artista que Sam no sabría para qué son. Si Sam la hubiese estado acompañado se habría ofrecido a llevárselo, lucía pesada en incómoda de llevar.
Pero Sam le quitó atención a todo a su alrededor cuando en ocasiones estuvo bastante cerca de ella por error. Era hermosísima. Todo el camino había estado hipnotizado con sus caderas bamboleantes y la enorme sonrisa que le daba a todo aquel que le pasaba por un lado.
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