Capítulo 35 Oh, aquel cuadro
Era un día soleado, muy extraño en otoño; la brisa era fría, pero la luz del sol sobre su rostro y piel hacía que el sacrificar un abrigo o una bufanda por un poco de calor valiera la pena. Sam agradeció en su interior aquel cielo despejado de nubes: un último día de sol antes de que viniera el ártico frío del invierno.
La taza de café que tenía en su mano era un agradable contraste caliente sobre el ligero frío que chocaba contra su piel. Sabía que tenía que comenzar a usar guantes pronto, pero observando desde su balcón podía irse a tomar una ducha con agua caliente para quitarse el frío en cuanto quisiera.
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