Capítulo 5 Cayendo en una trampa
Lu Yuzhen había experimentado muchos perfumes en otras mujeres. El olor sintético de esas fragancias artificiales era tan desagradable que él lo detestaba. Pero la fragancia de esta chica olía muy bien. Cuando Lu Yuzhen le soltó el cinturón, le preguntó en voz baja:
—¿Qué perfume llevas?
«¿Perfume?». Xia Micheng sacudió la cabeza.
—No llevo ningún perfume.
—Entonces, ¿por qué hueles tan bien…?
Lu Yuzhen la miró, pero se quedó petrificado porque sus labios se encontraron con los de Xia Micheng en el momento que él levantó la cabeza. De pronto, sin que ninguno de los dos se lo esperase, terminaron besándose; sus labios separados por el velo.
Las largas pestañas de Xia Micheng temblaron. ¡Este era su primer beso!
Lu Yuzhen se separó al instante. Sus ojos oscuros contemplaron los labios rojos escondidos tras su velo, tragó saliva.
—Lo siento mucho. ¿Debería devolverte… el favor?
Xia Micheng lo miró.
—Creo… creo que debería abofetearte.
Los finos labios de Lu Yuzhen se curvaron en una sonrisa. Una ola de risa alegre y carismática salió de su garganta. Xia Micheng abrió la puerta del coche.
—Me voy.
—Soy Lu Yuzhen.
Xia Micheng no le hizo caso; le respondió con un gruñido descuidado. En este momento, no le preocupaba cómo se llamaba, lo único que quería era ver a su abuelo.
—Lo sé, señor Lu, adiós —Xia Micheng se despidió de Lu Yuzhen fuera del coche.
Ese día, Xia Micheng vestía un abrigo de piel rojo. Al despedirse, su abrigo de piel se subió revelando su diminuta y flexible cintura. Los dedos de Lu Yuzhen acariciaron con lentitud el volante. Se preguntaba si su cintura sería tan delgada como para poder envolverla con su mano.
—Tengo una cita después. Vendré a buscarte un poco tarde.
—No es necesario que…
Pero cuando Xia Micheng intentó protestar el coche ya se había perdido en la distancia.
……
Desde la ventana del piso de arriba, Xia Erxiang lo había visto todo. «Qué sorpresa, esta Xia Micheng puede disimular. Se casó ayer con un enfermo y ya ha ligado con otro hombre».
Xia Erxiang miró el coche de lujo. Era estupendo, pero no el mejor. Sin embargo, la matrícula del coche… Xia Erxiang nunca había visto ese número de matrícula, pero sabía por su mejor amiga que ese número era inalcanzable. Uno podía hacer lo que quisiera si tenía esa matrícula en la ciudad de Haicheng. ¿Cómo podía un hombre cualquiera que Xia Micheng había atrapado tener esa matrícula? Xia Erxiang se preguntó si su vista le estaba fallando, pero cuando se frotó los ojos para ver mejor el coche ya se había ido. Sería una alucinación. Xia Erxiang bajó a toda prisa y vio a Xia Micheng. Estalló en una risa escandalosa.
—Xia Micheng, ¿quién era ese hombre que te acaba de traer? ¿Quién habría pensado que estarías tan sola tan pronto? ¡Hasta tienes tu propio gigoló!
«¿Gigoló? ¿Lu Yuzhen?».
El rostro atractivo y cincelado de Lu Yuzhen apareció en la mente de Xia Micheng, junto con su aura fuerte y dominante. En verdad no podía asociar ninguno de estos aspectos con el concepto de un gigoló, no importaba cuanto lo intentara.
—¿Dónde está el abuelo? —Xia Micheng adelantó a Xia Erxiang para subir las escaleras.
El abuelo Xia estaba tumbado en la cama de su habitación en la planta de arriba. Llevaba inconsciente diez años. Los médicos habían diagnosticado que estaba en estado vegetativo desde hacía años. Aparte de su madre, el abuelo Xia era el único de los Xia que quería a Xia Micheng. Ella tenía solo nueve años cuando su madre murió de una enfermedad hacía diez años. Un día, se despertó tumbada en lo alto de las escaleras, el abuelo Xia estaba tirado en un charco de sangre al haberse caído por las escaleras. Xia Chunyang y los criados se precipitaron sobre ellos, pero no importó lo que ella dijera, todos supusieron que había empujado al abuelo.
Tiempo después, Xia Chunyang contrató un astrólogo. Este dijo que ella era alguien que atraía calamidades y que traería la desgracia a los demás; todo el que se quedara con ella acabaría recibiendo un montón desastres. Y así, esa misma noche, Xia Chunyang la envió a vivir al campo con nueve años. Desde entonces, nunca preguntó por ella.
Más tarde Xia Micheng llegó a saber que su padre había sido infiel y que se había acostado con la gran actriz Li Qianhui, con la que incluso había tenido dos hijas. La primogénita era mayor que la misma Xia Micheng. Xia Micheng había vuelto para casarse de modo que podría averiguar la verdad tras los hechos de aquel año.
Xia Micheng tomó el pulso de su abuelo antes de sacar una aguja y clavársela en un punto de presión. Una vez que retiró la aguja, Xia Micheng recompuso las mantas de su abuelo y susurró:
—Abuelo, no te preocupes. Te curaré. Despertarás pronto.
……
Xia Erxiang encontró a Li Qianhui en la cocina.
—Mamá, deja que te diga una cosa. Xia Micheng ha traído un hombre. ¡Ese hombre es el «ligón» con el que ha estado divirtiéndose!
Li Qianhui estaba en mitad de un guiso de nido de pájaro. Al escuchar las palabras de su hija se puso rígida por la sorpresa.
—¿Así que Xia Micheng se ha buscado un hombre por su cuenta? ¡Realmente no tiene vergüenza!
—Mamá, ¿para quién estás haciendo ese nido de pájaro?
—Es para Xia Micheng.
—¿Qué? ¿He oído bien?
Li Qianhui sacó un paquete de polvos y lo espolvoreó en el cuenco del nido de pájaro.
—¿De qué te quejas? Estoy cocinando este nido de pájaro. Ayer en la boda, al señor Wang le gustó Xia Micheng, y puesto que ella no tiene mala figura, puede conseguir un buen precio. De todos modos, se ha casado con alguien que morderá el polvo pronto, puede ser un juguete para todos esos viejos directores. Después le sacaré unas deliciosas fotos. Estoy segura de que me escuchará.
Xia Erxiang le dio el visto bueno mientras suspiraba con adoración.
—¡Mamá, eres tan inteligente! Voy a la panadería a por pasteles. ¡Estaré de vuelta para ver el espectáculo!
Justo en el momento que Li Qianhui cogía el cuenco de nido de pájaro, bajó Xia Micheng. Li Qianhui la llamó en seguida:
—Micheng, he hecho un nido de pájaro para ti. Ven a comértelo.
«¿Li Qianhui es la que ha hecho un nido de pájaro? ¿Me lo puedo comer de verdad?». Xia Micheng sonrió y entró en el comedor como si no sospechara de nada. Incluso cogió la cuchara para dar unos cuantos sorbos de sopa, haciéndose la tonta y actuando de forma encantadora mientras reía:
—Está deliciosa. Gracias, tita.
—No tienes que darme las gracias. Puedes tomártela toda si está tan sabrosa.
En su interior, Li Qianhui la llamó imbécil, pero por fuera sonreía. De pronto, la vista de Xia Micheng empezó a oscurecerse.
—Tita, ¿qué has… puesto en la comida?
Xia Micheng se derrumbó en la mesa.
Li Qianhui se rio con frialdad y ordenó al momento que se la llevaran a una habitación de arriba.
……
Un hombre panzón de mediana edad vino y la cargó con entusiasmo.
—Señora Xia, ¿dónde está? ¿Lo ha conseguido?
—Señor Wang, Xia Micheng está en una habitación de arriba. La droga hará que duerma por lo menos dos horas. Puede divertirse con ella como quiera —dijo Li Qianhui mientras reía.
—Señora Xia, ¡lo hace usted todo tan bien!
El señor Wang hizo una apresurada reverencia antes de lanzarse como loco hacia la habitación.
No obstante, Li Qianhui lo alcanzó y lo paró con un tirón.
—Señor Wang, usted estuvo de acuerdo en invertir en la Clínica Xia…
El señor Wang deseaba poner sus manos sobre Xia Micheng desde el momento que vio su suave y hermosa figura en la boda del día anterior. Así fue como Li Qianhui consiguió que él estuviese de acuerdo.
—Señora Xia, esté segura de que soy un hombre de palabra. —El señor Wang subió a la habitación.
El señor Wang estaba casi babeando cuando posó sus ojos sobre Xia Micheng, que estaba sobre la cama. Se quitó la ropa y se abalanzó sobre ella.
—¡Aquí estoy, mi cosita bonita!