Capítulo 3 Durmiendo en sus brazos
Justo entonces, les llegó el sonido de unos golpes. El mayordomo, el Sr. Fu, dijo desde el otro lado de la puerta:
—Joven amo.
Lu Yuzhen abrió la boca para decir con un tono suave:
—Entra.
El Sr. Fu empujó la puerta y entró.
—Joven amo, ¿cómo debe… ser tratada la joven ama?
Lu Yuzhen se quedó un momento de pie junto a la cama. Medía 1,87 metros y vestía de la forma más simple posible, una camisa blanca y un par de pantalones negros hechos a mano y con una tela costosa que realzaban su esbelta figura y su aura distinguida.
Lu Yuzhen bajó la mirada. Sus dedos golpeaban en uno de los brillantes botones de plata de la camisa de una manera ensayada. Miró a Xia Micheng con indiferencia.
—Estoy seguro de que todavía no sabes que hay dos lobos en el patio del Jardín de las Orquídeas. ¿Por qué no… te arrojamos a ellos?
El corazón de Xia Micheng se encogió. Las personas de las generaciones anteriores eran las que habían acordado ese matrimonio. Concretamente, aquellos de las cuatro familias más distinguidas de la ciudad de Haicheng, los Lu, los Gu, los Huo y los Su. El joven amo de la familia Lu era quien poseía el poder absoluto sobre ellos. Se decía que era el más joven y apuesto magnate del mundo de los negocios. Sin embargo, nadie le había visto la cara; era bastante misterioso.
El Jardín de las Orquídeas estaba bastante retirado. A simple vista, uno no podía decir que era un lugar grandioso. Los Xia habían mandado gente a investigar el Jardín de las Orquídeas, pero todo lo que averiguaron era que una abuela y su nieto vivían allí, y que el nieto estaba medio muerto, el prometido y enfermo terminal del que la gente hablaba.
El mayor deseo de Li Qianhui era casar a sus dos hijas a las más influyentes familias de la ciudad de Haicheng. El resultado de la investigación del Jardín de las Orquídeas le provocaron las ganas de abrir las tumbas de los antepasados de la familia Xia para preguntarles sobre la razón de ese falso matrimonio. Li Qianhui no quería que sus hijas se casaran con ese hombre, pero Xia Chunyang era un hombre conservador que valoraba la devoción filial y se mostraba reacio a romper el compromiso de boda que las anteriores generaciones habían acordado. Las hijas no querían casarse con ese hombre, pero entonces Li Qianhui pensó en Xia Micheng y así decidieron traerla para casarla en lugar de sus hijas.
Que Xia Micheng supiera, el hombre que tenía frente a ella no era ningún noble digno. Pero estaba confusa. Ese hombre que estaba frente a ella irradiaba un aire distante y altivo incluso en sus movimientos. Todo su ser rebosaba de una fría elegancia, como si se tratara de un rey mandando a su gente, haciendo que no pudiesen más que sucumbir a sus pies. Hasta tenía lobos en el patio; criar lobos era algo que la gente normal no podía permitirse.
Xia Micheng quería hablar, pero repentinamente él colocó sus manos sobre escritorio. Sus majestuosos ojos revelaron una expresión dolorida. La expresión del mayordomo cambió y exclamó rápido:
—¡Joven amo, voy a llamar al médico!
Xia Micheng bajó la mirada. Las venas de sus manos palpitaban como locas, como si fuera la señal de una enfermedad incipiente.
«¿Está enfermo? Y desde luego es una enfermedad terrible».
La mirada de Xia Micheng se encontró con sus ojos enrojecidos; Lu Yuzhen giró su cabeza para mirarla, pero se dirigió al mayordomo cuando ladró:
—¡Sácala de aquí!
—Joven ama, debe darse prisa y salir —dijo con rapidez el mayordomo.
Xia Micheng sabía que no podía irse. Ella había regresado a la familia Xia con un objetivo en mente, pero para ello necesitaba su posición como prometida del Jardín de las Orquídeas. Xia Micheng miró a Lu Yuzhen con sus ojos claros; no tenía intención de evitar su mirada.
—Estás enfermo. ¿Qué es lo que te pasa? Tengo algunas nociones de medicina y habilidades en acupuntura. Puedo tratarte.
Lu Yuzhen apretó sus labios con severidad:
—¡Sal! —Esas palabras parecían explotar desde su garganta.
A pesar de ello, Xia Micheng no salió. Al contrario, se acercó a él.
—Puedo ofrecerte azucena, wolfiporia extensa, gastrodia elata y otras hierbas raras. Son remedios tradicionales chinos para… el insomnio. Si estoy en lo cierto, tienes un trastorno del sueño. Eres incapaz de dormir por la noche.
El mayordomo miró a Xia Micheng atónito.
—Joven ama, tú…
La mirada clara de Xi Micheng descansó en el atractivo rostro de Lu Yuzhen.
—¿Cuál es el grado de tu enfermedad? Una vez que llega a un cierto nivel, el estado mental puede verse severamente afectado. Cuando tu cuerpo esté exhausto e incapaz de descansar, otro tú se manifestará, y ese otro tú será aterrador, sombrío e irritable. Era como una enfermedad por sí misma.
Los lagrimales de los ojos de Lu Yuzhen se volvieron incluso más rojos, una nube oscura se estaba descolgando en su frente. Se acercó y agarró el cuello de Xia Micheng. Su cuello era de una suavidad y lisura increíble. Si apretaba ligeramente más, ella no viviría mucho más tiempo.
—¡Joven ama, por favor, no perturbes más al joven amo! Joven amo, deja que la joven ama se vaya ya. —El mayordomo estaba tan frenético que le iba dar algo.
Ella cada vez podía respirar menos, su delicado rostro enrojecía, pero aun así, con un movimiento rápido su pequeña mano clavó una aguja en uno de los puntos de presión de Lu Yuzhen. Su agarre se aflojó y se derrumbó sobre el sofá.
Xia Micheng jadeó y resopló con dificultad. Ella no quería morir al llegar ahí. Estaba aterrorizada. El hombre que tenía delante era demasiado peligroso. No importaba su identidad misteriosa; un simple trastorno del sueño podía cambiarlo de ser un hombre noble y elegante a un monstruo en un santiamén. A pesar de eso, sabía que no podía retirarse. Lo único que podía hacer era amoldarse.
Xia Micheng recuperó su respiración y se acercó a él. Entonces, puso sus dedos flexibles en sus sienes y las masajeó. Lu Yuzhen tapó sus majestuosos ojos, ocultando su rubor.
—¿Tu idea como tratamiento es un masaje?
—Debes estar agradecido. Eres el primer hombre por el que hago esto.
—Hablas como si fueses la primera mujer que ha tenido el placer de masajearme.
……
Ella no tenía palabras.
«Parece que no voy a poder charlar con él».
—Déjame vivir. Vamos a llevarnos bien. Mientras no me preguntes por mis asuntos yo te ayudaré con la pantomima para tu abuela. Puedo, incluso, tratar tu insomnio hasta quitártelo. ¿Qué me dices?
Lu Yuzhen no contestó. Cuando Xia Micheng clavó una aguja en uno de los puntos de acupuntura de la cabeza, Lu Yuzhen cerró los ojos, y su cabeza se relajó en el sofá. Xia Micheng se apresuró en sujetarla con suavidad y ternura. Se había dormido.
Al mayordomo le entró un sudor frío. Nadie sabía la identidad de su amo, salvo él. Su amo era el joven amo de la familia Lu, una persona bendecida de manera inusual. En su adolescencia, alcanzó el mundo de los negocios y forjó la leyenda de la familia Lu por sí solo. Antes nadie se había atrevido a tratar así a su amo. Y encima era una chica. Las chicas que habían tenido la suerte de estar con su amo habían sido puro entretenimiento para él. Ellas lo amaban, se sentían fascinadas por él y deseaban con fervor caer en sus brazos.
La joven ama que tenía ante sus ojos era especial. Incluso cuando el estado de su amo afloró, ella se las había arreglado para mantener la compostura, la sinceridad y el ingenio. Y lo más sorprendente, el joven amo se había dormido. Hasta el momento, el joven amo llevaba mucho tiempo sin dormir. Incluso los esfuerzos de los mejores médicos del mundo que habían tratado su insomnio habían sido inútiles. Y finalmente, ¡el joven amo se había dormido en los brazos de la joven ama!
El mayordomo habló:
—Joven ama…
Xia Micheng puso un dedo sobre sus labios para que se callara.
—Te puedes ir. Yo me quedo.
Él no estaba seguro de porqué pero sentía que la chica tenía un aura relajante. Obedeció y se retiró de la habitación.
……
La habitación se sumió en un silencio absoluto. Xia Micheng lo dejó descansar un momento en sus brazos. Lo colocó bien en el sofá y lo tapó con una manta una vez que había entrado en un sueño profundo. Hecho esto, Xia Micheng se fue a la cama y se dejó caer en ella para dormir con el vestido de novia puesto aún.
En ese mismo momento, Lu Yuzhen abrió despacio los ojos. Se había despertado. Lu Yuzhen se levantó y caminó hacia la cama. Acercó sus esbeltos dedos para retirar el velo de la cara de Xia Micheng.