José se quedó sin pistas en ese momento. Así que regresó al restaurante con Javier y buscó información con el personal. Todos los que lo habían atendido le dijeron que iba con un hombre llamado Hernán Hernández. «Ese nombre es más falso que un billete de 300… Me temo que esa información no me llevará a ninguna parte», pensó.
―¿Anotaron las matrículas? ―preguntó para saber si podría rastrear el auto.
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