Capítulo 38 Negación
Ya que se trataba de un ajuste de cuentas, el jefe de los Tavos, Octavio, les dio la orden de que incendiaran el auto para dejar un claro mensaje a otros cárteles. No permitiría que alguien más quisiera hacer negocios en su territorio. Así que los hombres bajaron a toda prisa un recipiente con veinte litros de un acelerante y abrieron las puertas para vaciarlo dentro del vehículo.
Fue hasta ese momento que el hombre mayor vio a la pequeña tirada en el piso, al no ver sangrado en ella, algo en él le obligó a sacarla y llevarla a la camioneta, mientras tanto, su compañero le prendía fuego al vehículo.
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