Capítulo 7 Identificación falsa
Javier ya había despertado y la desesperación se apoderó de él por un momento al no sentir sus piernas, sin embargo, no podía darse el lujo de mostrar flaqueza, y se limitó a obedecer las indicaciones del médico.
Tal y como se lo había pedido Octavio, Felipe no se había separado de su lado y sus hombres continuaban vigilando el lugar para evitar un nuevo atentado. Sin embargo, esto distaba mucho de terminar ahí. Gracias a un informante, Octavio se enteró del lugar donde se encontraba Heriberto en Ecuador, así que orquestó un ataque para deshacerse de él y de sus hombres de una vez por todas.
—¿Estás seguro de que la información es cierta? —le preguntó Octavio a Manuel.
—Por completo, ya hemos recibido la confirmación, solo es cuestión de que des la orden.
—¡Acabemos de una vez por todas con esos hijos de p*ta! Debemos darle una lección a cualquiera que quiera enfrentarse a nosotros, además, así seremos los dueños de toda la plaza. Quiero que todos estén preparados para esta noche. Solo deja a Felipe con Javier y a un grupo reducido de sus hombres para que lo sigan vigilando. ¡No permitiré que algo más le suceda a mi hijo!
—Como tú digas —contestó Manuel. «Me alegra que no haya enviado a mi hijo al operativo, de lo contrario, su vida correría demasiado peligro».
A continuación, dio la vuelta y dejó la oficina al mismo tiempo en que realizaba una llamada telefónica.
—Será esta noche, estén todos listos.
...
Luisa estaba segura de que en ese lugar podría encontrar la solución a su problema. El viejo edificio que le indicaron se encontraba en un lugar céntrico de la ciudad, pero, aun así, sintió algo de temor. La joven a quien le preguntó le había asegurado que ahí podrían hacerle una identificación falsa, en realidad, solo se trataba de aumentarle un par de años para así poder entrar al hospital y ver a la señora Lourdes sin problema.
Cuando atravesó el portón desgastado de madera, pudo sentir un frío terrible y un olor a humedad, caminó de frente hasta encontrar las escaleras. A lo lejos se escuchaba el llanto de un bebé, pero el sonido quedaba apagado por la música fuerte que salía de un apartamento. Una mujer que fumaba recargada en una puerta se le quedó viendo mientras ella se apresuraba a subir al primer piso. De pronto, una idea le vino a la mente.
«Espero que el dinero que tengo sea suficiente». Pensó frente a la puerta negra que le habían indicado.
Un hombre delgado con gorra abrió la puerta, sus manos estaban llenas de tinta y usaba anteojos. Luisa sintió la mirada lasciva de ese hombre, pero pudo controlar su nerviosismo.
—Me dijeron que usted podría ayudarme —dijo.
Entonces, el hombre salió para verificar que nadie más estuviera ahí.
—¿De qué se trata?
—Necesito una identificación oficial —dijo ella con seguridad.
—Mientras tengas dinero por mí no hay problema.
—¿Cuál es el precio? —Luisa se sonrojó.
—Mil pesos y te la entrego en dos horas.
La joven se quedó callada por un momento y comenzó a buscar entre sus bolsillos.
—Solo tengo ochocientos pesos —dijo con voz triste—. Lo demás es para mí pasaje.
De manera inteligente, ella ya se había preparado. No tenía todo el dinero junto a fin de dar un poco de lástima y conseguir un mejor precio. Como el hombre no había logrado hacer ningún trabajo en todo el día, decidió aceptar esa cantidad.
—Está bien, escribe en esta hoja los datos que quieres que lleve la identificación.
Luisa se apresuró a escribir sus datos y para no caer en contradicciones pensó que lo mejor sería conservar la verdad lo más posible, así que solo modificó su edad. En realidad, solo usaría esta para entrar al hospital, no podía arriesgarse a hacer un mal uso de ella en otro sitio y defraudar a su hermana.
A continuación, le entregó la hoja al hombre y este le pidió que regresara en dos horas, así que decidió ver los aparadores de las tiendas que estaban sobre esa calle. Siempre habían vivido al día, por ello no podían darse el lujo de comprar en esos lugares, pero nadie podía impedirle admirar los hermosos objetos a través del cristal, así se le hizo más leve el tiempo y sintió que había transcurrido muy rápido.
Regresó al edificio y se dio cuenta que el hombre ya la esperaba abajo. Después de verificar que nadie les prestaba atención, este le entregó la identificación y ella le dio el dinero. De pronto el hombre sujetó su mano y acercó a la joven hacia él.