Capítulo 1 Dolor
Javier despertó aún aturdido y a prisa entró al baño, el olor a sexo estaba muy impregnado en su piel. De pronto la sensación de haber disfrutado del cuerpo virginal de su novia lo llenó de satisfacción, estaba consciente de que el ser la primera vez para ella pudo ser doloroso, pero por ser idea de la joven no le dio mayor importancia.
Diez minutos después, al salir del baño, se dio cuenta que ella ya no estaba, así que con calma se vistió y se preparó para abandonar la habitación.
—Buenos días, señor —le dijo una joven del servicio que estaba a punto de tocar la puerta.
—¿Ha visto a una joven rubia de vestido rojo? —le preguntó.
—Sí. Me pidió que le dijera que lo esperaba en el vestíbulo.
Sin cruzar otra palabra con la mujer caminó hacia el ascensor. La mujer estaba a punto de cerrar la puerta cuando una joven de aspecto desaliñado y vestido rojo apareció frente a ella de pronto preguntando:
—¿El joven se ha ido?
—Sí —le respondió.
—Gracias.
Entonces la joven salió a toda prisa hacia las escaleras, en ningún momento se atrevió a levantar la cara, se sentía sucia y adolorida. La manera en que ese hombre la había poseído había sido dulce y tierna, pero sus caricias no eran para ella, varias veces repitió el nombre de otra mujer y eso la hizo sentir destrozada.
…
Ya en el vestíbulo, Javier al ver a su novia la tomó del talle y le dio un beso en la frente, ella se sonrojó y bajó la cabeza, entonces el joven le ofreció el brazo y juntos abandonaron el hotel. Un auto de lujo ya los esperaba, ambos lo abordaron y dejaron el lugar.
—Te he dado lo más preciado que tengo —le dijo Gloria con dulzura—. Si mi familia se entera van a matarme, tú conoces el mal carácter de mi padre y mis hermanos.
—Lo sé. No nos apresuremos. Cuando regrese de mi viaje hablaremos.
Él no quiso continuar con esa conversación, así que le dio un beso en los labios y comenzó a mandar mensajes de texto a su asistente desde el celular.
Varios minutos después el auto estaba frente a la mansión donde vivía la joven, así que ella descendió del auto sin decir otra palabra y se limitó a ver partir el auto.
«¡Qué tontos son los hombres, si supiera que lo drogué y fue otra a la que quitó su virginidad! En fin, un punto a mi favor».
Con eso en mente cruzó el portón y caminó con paso firme.
…
Alicia salió por la puerta de servicio del hotel sin ser vista, sujetaba con fuerza su bolso ya que el contenido de este era de suma importancia para ella. Al llegar a su casa, en un barrio muy pobre, lo primero que vio al abrir la puerta fue a su hermanita lista para ir a la escuela.
—¿Cómo está mamá? —le preguntó su hermana.
—Igual Luisa, pero tengo buenas noticias conseguí el dinero para pagar el hospital, ¡verás que se recuperará pronto!
—¿De dónde obtuviste una suma tan grande? ¿Y por qué vienes tan desaliñada?
—No te preocupe por eso, tuve una mala noche. Me voy a bañar y dormiré un poco, después iré al hospital.
Alicia caminó hacia la única recámara que tenían sin permitir que su hermana viera las lágrimas que descendían de su rostro. Tomó un baño y como no tenía sueño decidió ir a ver a su mamá.
En cuanto la enfermera la vio, con voz titubeante le comentó que el médico quería verla, ella caminó hacia el consultorio y tocó a la puerta.
—Adelante. —Escuchó una voz desde el interior.
El médico parecía preocupado y con una seña le indicó que tomar asiento. Después con un tono de voz más sutil, pero firme, le dijo:
—Anoche su mamá tuvo otra crisis, hicimos todo lo posible pero no pudimos salvarla. Lo siento mucho.
El sobre con el dinero que Alicia tenía en las manos cayó al suelo, algo dentro de ella se rompió en mil pedazos en ese momento, trató de levantarse, pero sus piernas no le respondieron, las lágrimas corrieron por sus mejillas sin que ella fuera capaz de contenerlas.
—¡Quiero verla! —Fue todo lo que pudo decir.
La habitación a la que la llevaron estaba helada, ahí, tendidos sobre una mesa, estaban los restos mortales de su madre. La joven quería gritar, quería pedirle perdón por no haber estado a su lado en ese momento, pero el dolor no le permitió emitir palabra alguna.
«Lo siento tanto, lo siento, perdón… Juro que cuidaré de mi hermana, haré todo lo que esté en mis manos para que ella sea feliz, te lo juro mamá».
Después de darle un beso en la frente, salió a toda prisa de la habitación sin mirar atrás. Una hora después ya había hecho todos los arreglos necesarios para la cremación de su madre, ahora tenía que enfrentar otro duro golpe, el darle la noticia a su hermana.
…
—¿Estás seguro de que todo está en orden?
—Sí, señor Zárate, su pasaporte y los documentos que necesitan están en su portafolio y sus maletas ya se encuentran en el auto. Todo lo que resta es que llegue a tiempo al aeropuerto.
—Me comunicaré contigo en cuanto llegue, ¿te comentó algo más mi padre?
—No —le dijo Agustín, su asistente cerrando la puerta del auto.
Después de abordar el avión, Javier tuvo el presentimiento de que este viaje cambiaría su vida para siempre. Sabía que había hecho enojar a su padre al informarle que pronto dejaría el negocio familiar. Él quería fundar su propia empresa dentro de la ley y llevar una vida más tranquila. ¡Qué ingenuo fue al pensar que su padre se quedaría con los brazos cruzados!
Para cuando el avión aterrizó en Ecuador…