Capítulo 361
Horas más tarde, Daemonikai estaba sentado en la silla reclinable de su alcoba, recién lavado, recién vendado y vestido con sábanas limpias. Faiwick había hecho un trabajo minucioso: detuvo el sangrado, limpió las heridas meticulosamente y las cosió con cuidado. El dolor persistía, pero lo peor había pasado.
Los ojos de Daemonikai estaban cerrados, aunque el sueño seguía fuera de su alcance. Las voces se habían calmado por ahora, pero su cabeza latía como los demonios. Aun así, el silencio y la soledad le servían bien. Aceptaría cualquier paz que pudiera encontrar.
Obtiene más cupones de libro que los de la app Recargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread