-¡No! ¡Ve por detrás! ¡Sálvate a ti mismo!- El comando desesperado resonó en el silencio tenue de la habitación, seguido por respiraciones agudas y trabajosas. -¡Protege a tu madre!
Los ojos de Emeriel se abrieron de golpe a la luz tenue del amanecer filtrándose a través de las cortinas abiertas.
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