Capítulo 127 Soy yo la que está embarazada, no tu esposa
El cuerpo de Xavier se retorció entre las sábanas de seda, una agitación que reflejaba el caos que se agitaba en su interior. La luz de la luna bañaba la habitación con un brillo espeluznante, proyectando sombras que bailaban con sus crecientes arrepentimientos. Su mirada se fijó en Cathleen, su delicada forma envuelta por la oscuridad de su dormitorio y el peso de sus transgresiones. Una sola lágrima escapó de sus párpados cerrados, trazando un camino por su mejilla, un testimonio silencioso del dolor que albergaba incluso mientras dormía.
"Maldita sea", murmuró en voz baja, el áspero susurro apenas perturbó la opresiva quietud. Con una gentileza que contradecía su dominio habitual, Xavier extendió la mano y su dedo índice limpió tiernamente la humedad de su piel. Él observó, embelesado, cómo cada respiración que ella tomaba elevaba su pecho en un ritmo que parecía demasiado sereno para alguien tan herido por su mano.
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