Capítulo 31 ¿Crees que a mi esposa le gustan las mujeres?
Cathleen condujo su coche por las concurridas calles de Manhattan. Lo único que deseaba era lluvia. Nunca antes había tenido un caso en Manhattan y, desde que la gente había oído hablar de una abogada famosa, querían contratarla para sus propios casos. Contratar a Cathleen no fue barato. Nunca había perdido un caso, ni siquiera una vez. Este caso judicial fue difícil, pero para ella fue más bien un debut en Manhattan, que pronto se convertiría en su patio de recreo.
Cathleen tenía reglas en cuanto a lo que intentaba hacer. Nada de teléfonos móviles a menos que sea parte de la evidencia; sólo testigos y un número limitado de familiares; y odiaba a los medios porque querían saber quién era el abogado famoso.
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