Capítulo 109 Haciendo que su gato quiera más
Los dedos de Cathleen arañaron el frío mármol del mostrador y sus nudillos se blanquearon con el agarre. Su aliento salió en forma de jadeos irregulares, traicionando la tumultuosa tormenta que asolaba su interior. Estaba temblando y cada nervio terminaba gritando pidiendo liberación, una liberación que sólo Xavier podía conceder. Su toque, esas manos que habían recorrido cada centímetro de su piel, sabían exactamente cómo romper su compostura y hacerla desmoronarse.
"Maldita sea", maldijo en voz baja, un susurro venenoso que decía mucho de su conflicto interno. Este coqueteo con Xavier se estaba saliendo de control, amenazando la vida ordenada que ella había construido tan meticulosamente. Cathleen Devereaux, una abogada célebre, inquebrantable y formidable, ahora inestable, anhelando precisamente lo que la estaba deshaciendo.
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