Capítulo 52 Dulce esposo
Las primeras luces del amanecer apenas habían besado el horizonte cuando la conciencia de Xavier comenzó a recuperarse del sueño. Le pesaban los párpados mientras observaba el constante subir y bajar del pecho de Cathleen. Su respiración era profunda y constante en la quietud de la mañana. Con una desgana calculada, como si se estuviera deshaciendo del peso de sus propios pensamientos, Xavier soltó la sábana y colocó las piernas sobre la mullida alfombra.
La cocina estaba en silencio, un escenario vacío esperando que comenzara la actuación diaria. Con un movimiento practicado, tomó un delantal, la tela se sentía áspera contra sus manos, manos que estaban más acostumbradas a cerrar tratos que a sostener herramientas culinarias. Sin embargo, aquí estaba, a punto de navegar por el territorio desconocido de las papilas gustativas de Cathleen.
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