Capítulo 1066 Odio que me amenacen
—¿No les dijo Ignacio que no soy el inútil perdedor que se imaginaron? —Mientras Emir hablaba, puso la mano en el hombro de Eder y lo apretó. Una oleada de profunda energía vital brotó y se precipitó en el cuerpo de éste.
Eder se estremeció con violencia, como si lo hubieran electrocutado. El llamado poder celestial que llevaba adentro se filtró fuera de su cuerpo como el gas que se escapa de un globo desinflado. Era como si innumerables serpientes diminutas lucharan con desesperación y miedo, intentando liberarse del cuerpo de Eder.
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