Si Emir hubiera permanecido en silencio, habría sido mejor. Sus palabras solo sirvieron para alimentar aún más la insatisfacción de Emilio.
«¿Es solo una pintura? ¿Cómo podría cegarme? ¿Qué tonterías estás soltando? ¡Lo miraré y no podrás detenerme!».
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