Capítulo 754 Un impostor
Con una barba áspera y patillas bien unidas, tenía el aspecto de alguien para quien un cuenco roto colocado delante podría sugerir una vida pasada en la calle, mendigando las sobras. Pero, en lugar de un cuenco roto, lo que tenía adelante era un puesto de arte adornado con cuadros, una vista un tanto extraña.
Este aspecto desaliñado no era un signo de abandono, sino más bien su estilo característico, una declaración de libertad y creatividad desenfrenadas, que lo convertían en el epítome del espíritu de un artista. Este mismo aspecto hacía aún más convincente para los espectadores que no era otro, que el renombrado Enjolras.
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