Pero la distancia era demasiado grande, y su percepción era algo borrosa. Pensó que había sido su Espada Cazadora la que había destrozado la Espada Divina de Control Espiritual de Emir y le había asestado un duro golpe.
Los asuntos que siguieron podían dejarse tan solo en manos de los que perseguían a Emir. No había ninguna necesidad de que él moviera un dedo otra vez.
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