Capítulo 51 La otra mujer
Me quedo parada en medio de la habitación sin saber qué hacer ahora que Lud se ha ido. Giro la cara en todas direcciones y siento curiosidad por lo que veo. En toda mi vida jamás había visto una habitación tan grande y lujosa como esta. Paredes de colores sobrios, acabados de primera, muebles y accesorios que deben costar más que mi casa con todo lo que hay dentro de ella.
Me acerco a la cama y arrastro las yemas de mis dedos sobre la tela suave y sedosa. Suelto un jadeo. ¿Qué tipo hilo usaron para fabricar algo tan especial y delicado como esto? Movida por la curiosidad y la fascinación, apoyo las manos sobre la cama y quedo asombrada cuando estas se hunden en el colchón, que tiene la consistencia de una nube de algodón. Miro hacia la puerta para asegurarme de que está cerrada y que nadie va a atraparme en mi pequeña travesura. Así que salto a ella como si estuviera lanzándome de clavado a una piscina. Chillo cuando mi cuerpo es absorbido por arenas movedizas hechas de sábanas y colchas esponjosas que me hacen sentir como si estuviera en el mismísimo cielo. Me revuelco como chiquilla y tomo una de las almohadas para abrazarla y aspirar del aroma a flores campestres y enjuague fino que emana de la impresionante tela. Arrastro la mejilla por el delicado material y disfruto de la maravillosa experiencia de ser acariciada por la pluma de un ángel. Sin embargo, mi aventura termina cuando escucho que tocan a la puerta. Salgo eyectada de la piscina de sábanas y aterrizo sobre mis pies, justo cuando la puerta se abre.
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