Capítulo 34 Planes concebidos
Es la primera vez en mucho tiempo que duermo como un corderito. Quizás se deba a que, al llegar a casa, me di un buen pajazo en nombre de la señorita religiosa. Por supuesto, no es que haya sido suficiente, pero como un abrebocas no está nada mal. Imaginarla de piernas abiertitas y con sus tetas embadurnadas de mi semen, me catapultó casi de inmediato a un sorprendente y descomunal orgasmo.
Suelto un bostezo y estiro mi cuerpo desnudo. Ladeo mi cabeza y observo la hora en el reloj que está sobre la mesa de noche. Son cerca de las cinco de la tarde, hoy no es necesario que vaya al club, pero la verdad es que me aburro quedándome en esta casa sin hacer nada. Con suficiente tiempo por delante, decido quedarme un rato más metido en la cama. Me abrazo a la almohada y apoyo mi cabeza sobre el suave material de plumón de ganso. Con una hora más de sueño podré conseguir que mis músculos adoloridos logren relajarse.
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