Oscar recibió la sorpresa de su vida. Estaba a punto de salir del despacho cuando se lo dijo.Giró lentamente en su dirección y le dirigió una mirada llena de asombro, que en esa ocasión sí causó miedo en ella.
—¿Cómo que no eres estéril? —dijo con voz grave. Miró a su mujer desde la puerta —. ¿También en eso mentiste? —su voz se volvió grave y baja. Una clara señal de peligro—. ¿Le hiciste creer a Eugene que habías quedado estéril para que le remordiera la conciencia y te dejara todo?
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