Serena siguió fingiendo que no la sorprendían en sus palabras. Tampoco le iba a conceder la gracia de descubrir que había personas que le importaban demasiado.
—Es un anciano, capaz que un día de estos ya no se mueve y no quiero problemas —odió decir eso y se retractó mentalmente. Oscar se dio cuenta de su oración musitada.
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