Capítulo 292 Sin anestesia
Mariela, a pesar de la rabia que bullía en su interior, comprendió que no podía mostrar su enojo frente a Carlos. Era como si tuviera dos caras: feroz como una leona ante Jesica, pero mansa como una codorniz en presencia de Carlos.
Con una respetuosa inclinación de cabeza hacia Carlos, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. Antes de salir, Mariela suavizó deliberadamente sus pasos y cerró la puerta con una delicadeza que contrastaba con su tumulto interior.
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