Capítulo 248 Semillas de odio
Carlos podía sentir claramente la frialdad que irradiaba de Jésica. En el pasado, podría haberla obligado fácilmente a venir con él. Después de todo lo sucedido, Carlos sentía el deseo de enmendarse. No se atrevía a decirle cosas duras, ni siquiera a mirarla con severidad.
—Jesica, comprendo que algunos acontecimientos recientes te hayan afectado —le aseguró—. No te preocupes; pronto ayudaré a tu padre a despertar de su sueño. Se pondrá bien.
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