Capítulo 279 Todo es autoinfligido
En la estéril habitación del hospital, Linda yacía postrada, su cuerpo aún recuperándose de las graves fracturas, mientras su corazón lloraba la pérdida de sus padres. El remordimiento la carcomía por dentro y el miedo nublaba sus pensamientos. Con voz entrecortada por los sollozos, suplicó:
—Sé que he cometido muchos errores, Carlos. Te prometo que cambiaré. Seré una buena esposa, no causaré más problemas. Solo te pido una cosa: por favor, cásate conmigo.
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