Capítulo 164 No está muerta
El amanecer se acercaba cuando Samuel entró en la mansión, trayendo consigo un aire gélido. Su mirada se clavó en la figura inmóvil de Carlos, sentado en el sofá como una estatua. ¿Habría pasado toda la noche así?
Las cortinas de gasa blanca ondulaban fantasmalmente, la puerta del balcón abierta de par en par. La lluvia se colaba, empapando la lujosa alfombra.
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