Capítulo 269 ¿Sabes quién es mi primo?
La mujer se quedó paralizada, sus ojos desorbitados de incredulidad. Jamás habría imaginado que la aparentemente dulce Jesica levantaría la mano para abofetearla con tal fuerza.
—Me importa un bledo quién seas —declaró Jesica, su voz fría como el acero—. Ya que te niegas a disculparte por las buenas, lo harás por las malas. —Sabía que Don, por principios, no golpearía a una mujer, así que tomó el asunto en sus propias manos.
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