Capítulo 228 Curación
—Mi pequeño tesoro —susurró Jesica con voz entrecortada por la emoción, mientras estrechaba a Camilo contra su pecho—. No sabes cuánto te he extrañado.
Sus labios recorrieron el rostro del niño, dejando una estela de besos que hablaban más que mil palabras. Fue entonces cuando su mirada se posó en la otra pequeña figura que se escondía tras las faldas de Alma. Los enormes ojos de la niña la observaban con una mezcla de curiosidad y recelo. «Claro», pensó Jesica, «Linda tuvo mellizos».
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