Capítulo 125 Odio cuando la gente me miente
Caída la noche, la oficina se había vaciado, dejando a Jesica sola y trabajando hasta tarde. Su estómago gruñó, recordándole que era hora de cenar. Estirándose en su escritorio, Jesica finalmente terminó un sólido plan de proyecto tras un intenso día laboral. Se frotó el cuello rígido, guardó su trabajo y apagó las luces antes de salir.
Los pasillos antes bulliciosos ahora se encontraban desiertos, con el único eco de sus tacones resonando. Jesica caminó a paso rápido hacia el ascensor. Las luces de esa planta habían sido apagadas, dejando solo una tenue lámpara de pared a lo lejos.
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