Capítulo 19 El último abrazo
El lujoso coche de Carlos aguardaba frente a la escalinata del juzgado desde primera hora. En su interior, Carlos permanecía sentado, su ceño fruncido revelando profunda reflexión. Fuera, su chófer Germán y su ayudante Tomás montaban guardia, sus ojos en constante movimiento, alerta ante cualquier amenaza.
Aunque Carlos contaba con numerosos aliados, los enemigos nunca escaseaban. Era el precio de su creciente imperio en la ciudad de Amaral. Muchos ansiaban ver su cabeza atravesada por una bala. Pero mientras Carlos podía permitirse el lujo de considerar estas amenazas como simples molestias, Germán y Tomás no se atrevían a bajar la guardia ni por un instante.
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