Capítulo 197 Jugar duro
Observé su reacción mientras sus pezones se endurecían contra las yemas de mis dedos y él cerraba los ojos de placer. Respiraba con más fuerza y eso me excitaba. Pasé la punta de mi lengua húmeda por su pezón erecto antes de llevármelo a la boca y chuparlo, provocando que de los labios de Ricardo se escaparan eróticos gemidos.
—¿Y si digo que no? —pregunté, incapaz de detener el impulso de burlarme de él. Poco a poco, pasé mis manos por sus hermosos músculos abdominales, sintiendo que se tensaban al tocarlos.
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