Los ojos de Ricardo se abrieron de par en par ante mis palabras y me mordí la lengua. Hablando de decir cosas sin pensar...
—Alguien está un poco atrevida —dijo Ricardo con una risa suave. Me alegré de que lo encontrara divertido porque me encantaba cuando Ricardo sonreía o se reía. Ahora me mostraba esas suaves expresiones suyas con más frecuencia y no podía evitar enamorarme de ellas.
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