—¿Ya has tenido suficiente? —se burló Luciano mientras me colocaba un mechón de pelo detrás de la oreja. Solía hacer esto por mí cuando era más joven y mucho más baja. Entonces se agachaba a mi altura y me arreglaba el pelo...
—¿Puedes ponerte de pie? —preguntó Luciano mientras me ponía de pie y me rodeaba la cintura con sus brazos.
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