Capítulo 140 Honestidad dolorosa
Esa noche, la cena se sirvió en la veranda al aire libre. La cena a la luz de las velas junto al mar, con el viento soplando en la cara y el pelo, me recordó la cena que tuve en la torre de observación de estrellas con Eduardo. El ambiente romántico no era el único motivo por el que me recordaba aquella noche en la que Eduardo me contó que me había salvado hace tantos años en el bosque. Sentí que esta noche llegaría a conocer alguna importante verdad oculta que cambiaría el curso de mi vida una vez más.
Luciano no se anduvo por las ramas, por suerte. Después de que las criadas nos dejaran solos, Luciano empezó a hablar de inmediato mientras yo me sentaba frente a él. Al igual que la cena que tuve con Eduardo aquella vez, la comida me supo a arena seca en la lengua.
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