Me senté allí aturdida. No sabía qué pensar. No sabía cómo reaccionar. Si Eduardo era realmente el que me salvó a mí y a mi primer amor. ¿Cómo cambiaba eso lo que sentía por Luciano y Eduardo? Estaba completamente perdida en mis pensamientos. Estaba tan confundida...
—Entonces... ¿fue suficiente prueba para ti? —preguntó Eduardo mientras se abrazaba a mi cintura y apoyaba su cabeza en mi regazo. La forma en que me miraba a hurtadillas me recordaba a un gato juguetón.
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