Alejandro se quedó sin palabras ante la avalancha de insultos del viejo sacerdote. ¿Cómo podía este aparentemente sereno y sabio viejo sacerdote empezar a maldecir en cuanto abría la boca? Alguien tan capaz como él debería prestar atención a su imagen.
"¿Por qué me estás insultando, señor? ¿No traje esto para salvarnos a ambos? ¿No es ingrato de tu parte hablarme así?" dijo Alejandro de manera algo inocente.
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