Capítulo 13 Se acabó el tiempo
Sara, ¿De verdad nuestros cinco años de relación y todos los sacrificios que he hecho no valen ni siquiera treinta millones? Pensó Alex. Tenía una mirada devastadora en su rostro. Podía distinguir lo miserable que se veía, al ver su reflejo en los ojos indiferentes de Sara. En ese momento, un camarero se acercó con dos copas de vino. Bruno tomó una y se la pasó a Sara.
—Sara, después de que te bebas esta copa de vino, te convertirás en la mujer a la que protegeré el resto de mi vida —anunció Bruno con sinceridad. Sara engulló el vino, sintiéndose entumecida.
—¡Pfft!
Alex sintió su sangre hervía y que algo caliente subía por su garganta y vomito un poco. A Sara se le aceleró el corazón. Dejó su copa de vino a medio terminar y se lanzó hacia Alex.
—Tú... Tú... Tú...
Sara se detuvo frente a Alex mientras una punzada de dolor se extendía por su pecho. Las lágrimas no tardaron en escapar de las esquinas de sus ojos. Empezó a berrear, a llorar. Cuando todos vieron que Alex estaba enfadado hasta el punto de vomitar, no se compadecieron, sino que le lanzaron más insultos.
—¿Ves? Así es ser un hombre mantenido. Impotente, mientras ve a su propia mujer correr a los brazos de otro hombre. Todo lo que puede hacer es pensar en lo mal que están las cosas.
—Es solo un pedazo de basura que se aprovecha de su mujer y de su familia. Qué vergüenza para para los hombres. Se lo merece.
—Me siento tan avergonzada de haber estado alguna vez en la misma clase con un hombre sin carácter como él.
—Si mi hombre fuera así de débil e incompetente, mi madre lo habría echado hace tiempo.
Todos se burlaban de él mientras se regodeaban en su desgracia. La angustia y la decepción luchaban por el dominio en el corazón de Sara y se sentía confundida por sus propias emociones.
—Sara, siempre te has quejado de que era un inútil que nunca me esforzaba por ser mejor. Pues hoy te voy a demostrar qué clase de hombre soy.
Ignorando los golpes y abucheos de la multitud, Alex se limpió el vómito del borde de la boca con el dorso de la mano y en sus ojos apareció un brillo asesino. Todo su comportamiento cambió, parecía un dios de la guerra. La temperatura de la sala pareció bajar, haciendo que todos se sintieran helados hasta los huesos. Sara estaba sorprendida ya que nunca había visto esa faceta de Alex. ¡Eso era lo que ella había estado buscando en un hombre!
Bruno y el resto tenían el ceño fruncido al verse sorprendidos por el repentino y drástico cambio de Alex.
—La basura siempre será basura. Por mucho que lo intentes, no puedes cambiar el hecho de que Sara ya es mía —miró a Alex con una sonrisa de satisfacción—. Estoy seguro de que ver a tu mujer llevando el anillo de otro hombre y bebiendo con él te molesta mucho.
Avanzó hasta situarse ante Alex con una mirada cruel en sus ojos.
—No sólo quiero que tu mujer beba conmigo, quiero que sea el centro de atención para que todo el mundo la vea. Lo único que podrás hacer es observar impotente cómo te vuelves loco de furia. No eres más que un imbécil sin dinero que no tiene nada que ofrecer. ¿Crees que puedes competir conmigo por una mujer?
Los ojos de Bruno se llenaron de desdén. Dio dos palmadas y cinco hombres musculosos se acercaron. Los hombres vieron a Sara de arriba abajo con miradas lujuriosas. La visión de esos hombres conmocionó a todos los presentes y los hizo preguntarse qué tenía Bruno en mente.
—Estos cinco hombres experimentados son los que te darán el título oficial de engañado. Puedes ver la transmisión en directo en la sala más tarde o puedes elegir quedarte aquí para ver la proyección de vídeo. Creo que estarás contento con ellos. ¡Jajaja!
Bruno se rio como un maníaco, mientras sus ojos brillaban con el efecto de la venganza.
—Bruno, ¿qué quieres decir? —La cara de Sara había palidecido. No hacía falta ser un genio para ver su maliciosa intención.
—¿Te sientes impotente? ¿Devastada? ¿Arrepentida? —Se giró entonces hacia Sara con una sonrisa maliciosa—. Te has creído demasiado, Sara. ¿Crees que me faltan mujeres? ¿Pensabas en serio que estaba tan desesperado por acostarme contigo? —Sus labios se levantaron con una sonrisa burlona—. Eres impura y no tengo el más mínimo interés en hacerlo contigo. Estos cinco hombres serán los que lo hagan hoy. No solo eso, sino que también grabaré todo el proceso y lo subiré a Internet, para que todo el mundo pueda ver qué clase de mujer es nuestra antigua belleza escolar. Vas a tener que aguantar y disfrutar todo lo que puedas ¡jaja! —Se rio a carcajadas.
Bruno nunca había estado tan encantado en toda su vida. ¡Su ira y su sed de venganza eran lo que tenía que soportar por haberlo rechazado antes! Cuando los demás alumnos oyeron lo que había dicho, aunque no les gustaban Sara y Alex, se les erizaron los pelos del cuerpo de miedo.
Sara se tambaleó hacia atrás. En un instante, su cuerpo pareció quedarse sin energía. En ese momento, estaba llena de desesperación y su cara estaba tan blanca como una sábana. Sabía que Bruno no albergaba intenciones sinceras. Sin embargo, nunca esperó que fuera tan despiadado. Si las cosas iban según su plan, no sería capaz de enfrentarse a sí misma y mucho menos a otras personas en el futuro. Su mente se había quedado en blanco y la desesperación llenaba cada célula de su cuerpo.
Bruno tomó una copa de vino tinto de la bandeja del camarero y bebió un sorbo con suficiencia. Luego, tomó un cigarro del camarero, dejando que este se lo encendiera. Dio un profundo jalón y sopló una nube de humo hacia Alex.
—Alex, siendo un imbécil y sin dinero qué eres, ¿cómo vas a luchar contra mí? ¡Jajaja! —Se rio con arrogancia, sintiendo que ya había ganado la batalla.
—Te quedan tres minutos, así que disfruta haciéndote el importante mientras puedas —fijo Alex su fría mirada en Bruno antes de sacar su teléfono para enviar un mensaje de texto. Con una curvatura de los labios, escupió—. En tres minutos sabrás lo que se siente estar en el infierno, así que valóralos.
—¿Me estás amenazando diciendo que harás de mi vida un infierno? —Bruno puso una expresión de sorpresa y miró a Alex con preocupación, como se haría con un retrasado mental. Se llevó una mano a la oreja y se burló—. ¿Es eso lo que querías decir? No le he oído con claridad.
—Señor Escobedo, ¿Acaso acabas de decir que harás de mi vida un infierno en tres minutos? —Se echó a reír Isabel.
Bruno sacó otro cigarro y lo lanzó a la cara de Alex con una mirada despectiva.
—Hacer mi vida un infierno, ¿eh? ¿Solo con tus palabras? ¡Jajaja! ¡Rey de lo absurdo!
La multitud estalló en carcajadas mientras miraban a Alex con miradas despectivas similares. Toda la ira debe haber confundido la cabeza de ese hombre.
—¡Vamos entonces! Muéstrame cómo vas a hacer de mi vida un infierno.
Alex miró con tranquilidad su teléfono.
—Dos minutos.
—Claro, estoy esperando —sonrió, más que dispuesto a jugar con Alex.
—¡Un minuto! —anunció Alex.
—Vamos chicos, hagamos una cuenta regresiva para él —soltó Bruno una carcajada e incitó a la multitud a seguir su ejemplo—. Cincuenta y nueve.
—Cincuenta y ocho.
—Cincuenta y siete.
Todo el mundo se unió.
Como Alex quería hacerse el interesante, le siguieron el juego.
—Diez.
—Nueve.
...
—Dos.
—Se acabó el tiempo.
Bruno y los demás vieron a Alex con burla. Alex lo vio con una expresión tranquila.
—Tienes razón. Si que se te ha terminado el tiempo.