Capítulo 505 El arte del engaño
Jinger ya no podía soportar el dolor. Temía que si el hombre seguía mordiéndola así, perdería un pedazo de carne de su hombro. Intentó doblar la rodilla y empujarlo, pero sus esfuerzos fueron en vano.
"¡He Ye! ¡Estás loco! ¡Bastardo! ¡Enfermo! ¡Suéltame!" Jinger maldijo, jadeando por aire. El dolor era insoportable, como si la estuvieran cortando con un cuchillo.
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