Los cinco tíos estaban desnudos salvo por unos taparrabos. Miraron al hombre sangrante en la cama con lujuria. ¡Zas! Un hombre retiró la cortina que ocultaba una pantalla led mientras dos hombres aprisionaron a K encima de la cama y le trasladaron a la mesa cerca de la pared. Lo tumbaron encima de la mesa y colocaron sus brazos atados tras la espalda encima de la mesa. Luego le abrieron las piernas y se las ataron a las patas de la mesa. El culo de K les daba de frente mientras fijaban sus piernas a su hombro contra la pantalla led.
—Realizad un buen espectáculo. Todo el mundo al otro lado de la calle podrá ver vuestro gran espectáculo a través de la pantalla —instruyó fríamente Kawajima.
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